domingo, 19 de julio de 2009

El Arroyo de Santo Domingo

Siempre me llamó la atención esta fotografía publicada en el libro “Vagando por una Salamanca en el recuerdo”. Acompañan a las fotografías los comentarios escritos por Don Enrique de Sena.


Según nos cuenta, la imagen corresponde al final de los años 20 del pasado siglo. Así es, pero lo que siempre me sedujo de ella es que, para mi, representa la Salamanca secular. Conventos, iglesias y casas nobiliarias, en muchas ocasiones, estaban rodeados por un caserío mísero, que le daba a la ciudad un aspecto sucio y depauperado. El propio D. Enrique remarca los olores que seguía produciendo el arroyo, al que, algunas vecinas seguían vertiendo los orinales. “Muchos años tuvieron que pasar para que se limpiara tanta basura” concluye.

Si esto era así, imaginemos entonces, la ciudad que, 140 años antes, se encontró Pedro Antonio de Alarcón en su viaje de “Dos días en Salamanca”. Sin embargo, lo que llamó su atención no fue la Plaza Mayor, ajardinada y pulcra, sino la del Corrillo: “...Pero no bien salimos de la Plaza Mayor, entramos en una plaza... mínima que nos enamoró mucho más que la que dejábamos. ...de viejo y abigarrado caserío donde no había dos balcones iguales, ni dos edificios simétricos ...nada, en fin, que fuese elegante, ordenado, lujoso, o tan siquiera limpio. ¡Y en esto precisamente consistían su belleza artística, su encanto poético, su color histórico!”. Y continua “se lo recomiendo a cualquier persona de buen gusto que vaya a Salamanca. Verá allí un variado y grotesco repertorio de balcones, aleros, guardapolvos y barandajes ..., verá puertas chatas, paredes barrigonas, ventanas tuertas, pisos cojos... ¡qué fondo aquel para un lienzo que representase el célebre motín en favor de los Comuneros o las sangrientas riñas a las que dio ocasión Dª María la Brava”.


Mientras D. Enrique gustaba de una ciudad a la altura de los tiempos, Alarcón se deleitaba en la imagen más anacrónica que sus calles le pudieran ofrecer.

Dos visiones opuestas de Salamanca, pero más próximas de lo que pudiera parecer. Lo creo así porque a ambos autores, por igual, debo mi enganche con Salamanca.

Cambian las ciudades, cambian sus ciudadanos y cambian sus gustos. Y, sin embargo, qué poco gustan los cambios.

domingo, 5 de julio de 2009

La Torre del Clavero... para merendar

Llevo observando varios meses el deterioro de la fachada norte de la Torre del Clavero. Lo que al principio fueron unos pequeños agujeros en cierta zona, en poco tiempo, se han convertido en una oquedad de aproximadamente 2 metros cuadrados y una profundidad de 20 ó 30 cms.

Aunque a veces veíamos palomas allí posadas no podíamos imaginar que fueran éstas las causantes de semejante agujero. Sin embargo, empezamos a observarlas y nos hemos dado cuenta de que eran ellas las que iban picando las juntas entre las piedras. Poco después, vimos que pican la piedra y comen la arenilla que se va desprendiendo.

He buscado información al respecto y resulta que para realizar la digestión de las semillas que comen, ingieren granos de arena o grava con el fin de triturar el alimento. Por lo que se ve, "el problema de las palomas" no es solamente que con sus excrementos deterioren los monumentos, sino que utilizan las piedras de éstos, para alimentarse.

Hemos grabado este video para denunciar la situación, pues creo que la rapidez con la que horadan el muro puede dañar seriamente el estado de la torre. El mismo caso lo hemos observado también en la parte baja de la fachada sur del Palacio de Monterrey. Seguramente esté sucediendo en otros monumentos de la ciudad, por lo que no estaría mal que alguien tomara cartas en el asunto.

Aunque ya en el vídeo se ve bien cómo lo hacen, creo que merece la pena acercarse hasta allí para ver la que están liando.