lunes, 21 de marzo de 2011

Roma la chica...

… y Atenas la española. Así se nos presentaba Salamanca cuando, de niños, oíamos hablar por primera vez de la historia de nuestra ciudad. En el primero de los casos se la equiparaba a la “Ciudad de las siete colinas” , porque Helmántica se asentaba también sobre colinas, que en nuestro caso eran tres: San Vicente, Los Caídos y San Cristóbal.

También, por tradición, se ha dicho que la ciudad nació de la unión de tres castros, independientes o no, enclavados en cada uno de estos cerros. Otros autores han creído que solamente sobre los dos primeros, se asentaron los vettones y vacceos que, sucesivamente, dominaron la primitiva Salamanca.

A día de hoy y tras los magníficos restos hallados en la calle de la Rúa, quedan confirmados los dos primeros, pues hace unos años salieron a la luz, en excavaciones realizadas en el cerro de San Vicente, los restos de un poblamiento perteneciente al siglo III a.C.



Restos hallados en el Cerro de San Vicente.

Restos de la muralla encontrados en la Rúa Mayor.


Del único castro del que no se ha hallado nada hasta hoy es el de San Cristóbal. Sin embargo hay una reseña histórica y varios datos geográficos que inducen a pensar en la existencia de un tercero.

En el post en el que hablé de la calle Bermejeros y la Laguna del Hoyo, recogía el dato histórico que da Bernardo Dorado en su “Compendio Histórico de la Ciudad de Salamanca”, en el que cuenta como en el año de 1398 se empezó a cegar la laguna con el ripio que se obtuvo de desmontar la “muralla vieja de la calle Asadería”. Si echamos un vistazo al mapa de don Manuel González resulta imposible colocar una muralla en esta calle, pues la Cerca Nueva no pasaba por allí sino unos 200 metros más arriba.

Sin embargo, si damos por buena la existencia de un castro amurallado en este cerro, la tal muralla encajaría totalmente. Es importante reseñar que la llama muralla “vieja” y que el ser desmontada da idea de que había perdido su función al encontrarse intramuros de la “Cerca Nueva”. Ambos datos parecen apuntar a algún tipo de fortificación que, no siendo medieval ni romana, habría de ser anterior y, por tanto de época similar a la de los otros dos.




Plano retocado de aquella manera pero, espero, explicativo.

Ayudan, además, varios aspectos geográficos que caracterizan este cerro: en primer lugar, recordar que de los tres que hablamos, éste es el más elevado, lo que suele ser una de las cualidades más buscadas por la cultura castreña por motivos defensivos obvios. Si a esto se une su cercanía a la Laguna del Hoyo y al Arroyo de Santo Domingo, vemos que reunía las dos cualidades principales de estos castros: fácil defensa y proximidad al agua. Habría que considerar también el hecho de que el solar salmantino está compuesto básicamente por tres colinas y dos arroyos que las separan, y que en los tres cerros se dan, por igual, las dos condiciones que comentaba.

Tal vez algún día aparezcan restos de este castro y el tema quede aclarado. Mientras tanto, especular es gratis y entretiene bastante.