domingo, 24 de mayo de 2009

La Judería

La Facultad de Matemáticas ocupa en la actualidad el que fue convento de la Vera Cruz de Frailes Mercedarios, que, a su vez, se construyó sobre la que fue la Sinagoga Nueva o  la Sinagoga Menor (según autores). 

 Como vimos aquí, en apenas unos doscientos metros, se hallaban las tres sinagogas que tenía la ciudad. Además de ellas, detrás de San Millán estaba “la alberguería de los judíos”  y, próxima también, “la carnicería de los judíos”. Extramuros, en el Arrabal del Puente, se hallaba “el fosario de los judíos”

  Sabemos los oficios que desempeñaban, tales como colchero, baldresero (curtidor de pieles finas), carnicero y, sobre todo, pergamineros. Mª. García Casar  cree que esto último se debe al auge de la Universidad, con la consiguiente necesidad de material para el estudio.

  También cultivaban viñedos y vendían vino. Hay noticias de bastantes casas con bodega en toda esta zona. 

  Por último, señalar que el “Fuero de Salamanca” concedía a los judíos los mismos derechos, deberes y privilegios que a los cristianos viejos.

   Todo ello muestra que la judería salmantina gozó de una gran vitalidad desde las primeras noticias que se tienen de ella (principios del s. XII), hasta las predicaciones de S. Vicente Ferrer en 1412. Además, la existencia de la figura jurídica del Rabino le confería la cualidad de ser Aljama.

    Quinientos años después de que acabara su existencia en Salamanca, de la judería sólo queda esta placa que, cuenta Gil González, él vio sobre la puerta de entrada a la Sinagoga Nueva, que era usada como refectorio del convento. Y nos queda, también, la huella urbana.


lunes, 18 de mayo de 2009

La calle del Arcediano

Hace un par de semanas compré la postal que vemos arriba y que pertenece a la calle del Arcediano, vista desde la puerta del Huerto de Calixto y Melibea. Dicha calle es una de las mas antiguas de Salamanca, pues, según cuenta Villar y Macías, en 1150 ya hay noticias de ella con el nombre de calle del Acre. Por los datos y lo que puedo entender, esta antigua calle comprendía las que hoy son las del Arcediano y la de Doyagüe, actualmente separadas por el “decano” de los solares de la “parte vieja”. Según otros autores, es en 1299 cuando aparece citada, pero sin nombre todavía.



   Cien años la separan de la fotografía que tiré hace unos días desde el mismo lugar en el que fue hecha la postal. El espectacular cambio que nos muestra se ha producido hace apenas quince años. En la siguiente foto, fechada en 1990, vemos el interior de una especie de corrala que corresponde a la pequeña construcción que se ve en la postal, en primer termino a la izquierda. Al fondo se observa el centro del arco que vemos completo en la última fotografía. 

   Creo que durante los años anteriores a su derribo fue la vivienda de la familia del jardinero que cuidaba el Huerto. La casa, como puede verse, más que humilde era mísera y su derribo contribuyó a  mejorar esta zona, dando lugar a una recoleta plaza a la que llegan los peregrinos que acuden al Albergue que allí se ha construido.

No siempre cualquier tiempo pasado fue mejor.


 




 

lunes, 11 de mayo de 2009

La calle del Fúcar

En esta espléndida foto de V. Gombau se observa con claridad la existencia de una calle que hubo entre el Seminario de Calatrava y el Convento de los Dominicos. Su nombre era calle del Fúcar y unía la del Rosario con la plazuela del Monte Olivete. Hoy día ni la del Fúcar, ni la plazuela existen. Mejor dicho y, peor aún, las dos existen pero son privadas. 

 Fúcar, parece ser, que es un termino que deriva de la palabra alemana Fugger (los famosos banqueros de Carlos V) y significa: hombre rico. Curiosamente, casi al final de la “excalle” (si existiera tal palabra), en la pared, encontramos una inscripción en piedra que dice: “restaurada en 1880“ que bien pudiera haber sido la del “rico home”  que dio nombre a la calle, pues una gran casa tuvo que ser para dejar testimonio de su restauración.

  En todos los planos antiguos de la ciudad que he podido ver, siempre aparece la calle y en algunos como el de Coello de 1867 (sobre él levantó su popular alzado Luis Domínguez, cien años después) puede leerse, mal que bien, el nombre. También en el callejero que hace Fernando Araujo en “La Reina del Tormes” aparece la calle del Fúcar, desde la calle de Francisco Montejo (actual Rosario) hasta la plazuela del Monte Olivete.

  Parece claro que en algún momento de la primera mitad del pasado siglo se construyó la puerta que actualmente vemos y la calle pasó a manos del Seminario de Calatrava, pues en los callejeros de los años 60 ya no aparece.

  Teniendo en cuenta que las calles de las ciudades nunca son enajenadas, sería muy interesante saber por qué motivos lo fue ésta.

  En cuanto a la plazuela del Monte Olivete la "privatización" es muy reciente... pero lo dejo para otro día.



 




viernes, 8 de mayo de 2009

El tren ... de la historia


...¡A Salamanca, pues, amigos míos! ¡ A Salamanca,sin pérdida de tiempo! ¡A Salamanca, antes de que, por razón de ornato público, le sacudan el polvo de los siglos! A Salamanca antes de que la mejoren, antes de que la reformen, antes de que la profanen... (que todo viene a ser la misma cosa)! !A Salamanca mañana mismo! 

   “El viaje es sumamente cómodo......Se sale de Madrid a las nueve y media de la noche y se llega allá a las nueve y media de la mañana.”

 

   Con estas encendidas palabras, el lunes 8 de octubre de 1877, Pedro Antonio de Alarcón animaba a sus amigos a estrenar el tren que, sólo unos días antes, había inaugurado el Rey, y convertía el viaje en algo ”sumamente cómodo”. De él nacería el delicioso libro “Dos días en Salamanca”. Cuando ayer me dieron una hoja, para firmar en contra de la desaparición de dos trayectos más, volví a recordar las palabras del escritor granadino. 

  

    ¿Hacia dónde va el tren de la fotografía? o, mejor, ¿hacia dónde van los trenes que se suprimen? o, peor, ¿dónde quedan las ciudades a las que suprimen sus trenes?

     En Salamanca, los actuales trenes que cubren los escasos trayectos que tenemos, es claro que no están a la altura de los tiempos y, por lo tanto, se usan poco (salvo el caso de Madrid, en el que, aunque los T.R.D. sean de insulto, tienen una gran afluencia de viajeros). Esta situación provoca que dichos trayectos no sean rentables. Ante esto, la decisión que se ha tomado  ha sido suprimir algunos de ellos.  

  Por otro lado, parece que la única  opción posible sea el A.V.E. y eso... va para rato.   ¿No sería posible que las actuales lineas fueran actualizadas en cuanto a comodidad, racionalidad de horarios, velocidad, etc. ? Si el A.V.E. alcanza velocidades de hasta 350 Km. por hora, ¿no serían aceptables trenes que llegaran a unos “módicos” 150 Km/h. y que nos pusieran en Madrid en una hora y veinte minutos, o en Barcelona en 5 ó 6 horas?. A buen seguro que sí, pero los tiempos que corren no gustan de medias tintas. Bien pensado, el lema de César Borgia era “César o Nada”... no deben de ser los tiempos.

viernes, 1 de mayo de 2009

Corrales de la judería



    







 










Hace apenas veinte años tomamos estas fotografías en la calle Veracruz 1ª. Paseábamos por ella y, tras atravesar el angosto pasillo, entramos en una corrala de vecinos a la que daban varias viviendas. En unos pocos metros, más que otro lugar, parecía otro tiempo. 

      En realidad era otro tiempo o, al menos, su recuerdo. Estábamos en lo que fue un corral judío, placitas con varias casas y una sola salida, buenos refugios en caso de algaradas antijudías. 

      Estas calles eran el centro mismo de la judería salmantina. Más o menos en frente estuvo la Sinagoga Vieja (cerca de S. Millán), un poco más arriba se encontraba la Sinagoga Nueva (en el lugar que hoy ocupa La Merced) y un poco más allá, hacía el Postigo Ciego, la Sinagoga Menor. 

       Durante casi cuatro siglos la aljama de Salamanca creció y colaboró con la ciudad, en su desarrollo y en el de la Universidad. En 1474 (18 años antes del “Edicto de Expulsión” de los Reyes Católicos), parece ser, que apenas quedaban unos cuantos. Uno de ellos, menos mal, el gran Abraham Zacut. Aunque por poco tiempo.