domingo, 30 de agosto de 2009

Los Basilios 1


Encuentro en la red esta página y entre los cientos de fotos de Salamanca que contiene, me llama la atención esta fotografía en la que, en la parte de la derecha, se ve el que fue Convento de los Basilios, al frente está el convento de “Las Dueñas” y a la izquierda, la iglesia de San Esteban.

El Convento de los Basilios fue fundado en 1621 en el antiguo Hospital del Rosario que había sido ocupado, en los últimos años, por las Carmelitas Descalzas. El viejo hospital fue derribado y en su lugar se alzó el edificio que vemos en esta interesante foto.

No menos curiosa es esta otra fotografía que se encuentra en el libro “Salamanca en las fotografías de Venancio Gombau” y en la que vemos el convento de los Basilios desde el lado contrario. En los comentarios que Enrique de Sena hace a las fotografías, nos cuenta como la calle del Rosario (llamada entonces, Francisco Montejo) era un estrecho y maloliente callejón en todo el tramo que transcurría entre los Dominicos y los Basilios.

De ahí, el interés que tiene la primera foto, pues en ella se ve claramente lo que rememoraba Don Enrique.


Del personaje que aparece en el aire, nada nos dice el que fuera director de “El Adelanto”. Cada uno es libre.


domingo, 16 de agosto de 2009

Las plazas de toros de Salamanca




Leo en la red que este fin de semana es, de todo el año, los dos días con más festejos taurinos en España. Y aprovechando que el Pisuerga sigue pasando por donde siempre, quiero recordar los emplazamientos de las plazas de toros de Salamanca desde la repoblación borgoñona hasta hoy.

Durante la Edad Media y hasta que se construyó la Plaza Mayor las corridas de toros se celebraban en la llamada Plaza de San Martín, que comprendía el espacio que hoy ocupan la Pl. Mayor, la del Corrillo, la del Poeta Iglesias, la del Peso, la del Angel y la del Mercado, además del solar del Gran Hotel y las calles Quintana y S. Juan de la Cruz. Se cuenta que en ella podían celebrarse, a la vez, Mercado,Toros y Juegos de Cañas sin molestarse los unos a los otros.

A partir de 1729 en que se construye la Plaza Mayor las corridas de toros se celebran en ella hasta 1840 en que se levantó una plaza en lo que hoy es el jardín de las Adoratrices. En 1860 fue derribada por el mal estado que presentaba.


En esta fotografía puede verse la huella del coso entre las ruinas de su derribo.


En Las Ferias de 1864 se abre al público la nueva plaza en lo que hoy es Plazuela de Gabriel y Galán. En la siguiente fotografía puede vérsela al fondo en perfecto estado y de tamaño considerable. No obstante, según nos cuenta D. Enrique de Sena en su libro “Vagando por una Salamanca en el recuerdo”, si bien, por fuera, era toda ella de piedra franca, el interior había sido construido casi todo en madera y con materiales pobres, lo que provocó que en 1890 fuese cerrada. Nos habla también D. Enrique de que toda aquella piedra franca, mucha de ella de buena sillería, fue comprada por D. Juan Casimiro Mirat para, con ella, construir, al lado mismo, los llamados popularmente Hotelitos de Mirat. Dos de los cuatro que levantó siguen allí, en la Avenida que actualmente también lleva su nombre. Sobre esos hotelitos hablamos aquí, cuando escribí sobre la huella urbana de D. Cecilio González Domingo.





Fue, precisamente, este arquitecto quien en 1892 llevó a cabo el proyecto de la nueva Plaza llamada “La Glorieta”, junto con el ingeniero Mariano Cardera.

Desde Las Ferias de 1893, en que fue inaugurada, han pasado 116 años y da la impresión de que, por fin, encontró su lugar.


lunes, 10 de agosto de 2009

No todo es la Casa Lis






Es sabido que la Casa Lis, el Mercado de Abastos, la iglesia de San Juan de Sahagún, la Fundación Rodríguez Fabrés y algún edificio más, que no recuerdo ahora mismo, son obra de Don Joaquín de Vargas Aguirre. No lo es tanto que otras muchas construcciones de carácter mas humilde, están repartidas por varias calles de nuestra ciudad. Ni que otros, como el antiguo edificio de Correos y Telégrafos, que fueron derribados en los últimos años (no sé muy bien si mas de 40 son “últimos años”, en fin... serán mis años ) también salieron de su mano.

Releyendo el libro “El Taller del Arquitecto. Dibujos e Instrumentos. Salamanca 1871-1948” editado en 2001 por el Colegio Oficial de Arquitectos de León, encontré un encargo que le hacen en 1919 y que debió ser uno de los mas sencillos de su carrera. El trabajo se reduce a la reforma de una ventana en la Torre de Abrantes y se limita a quitar los ladrillos que cegaban el vano, y al que D. Joaquín embellece añadiéndole una columnilla a modo de parteluz “cual la toza pide”. Según nos cuenta Mª Nieves Rupérez, debió basarse en alguna de las ventanas de la Casa de las Conchas para escoger esta opción, pues en las otras casas nobles donde había ventanas de este tipo (Como la Casa de la Cadena o el Palacio de las Cuatro Torres), tampoco las tenían en ese momento.

En la fotografía de la plazuela de Colón,publicada en el libro “Salamanca en las Fotografías de Venancio Gombau”, puede verse al fondo la torre donde aparece la ventana todavía cegada. Así lo señala en el libro Don Enrique de Sena, además de darnos una serie de datos históricos de esta zona que merece la pena leer (las fotografías de V. Gombau tienen, sin duda, un gran atractivo, pero los conocimientos de E. de Sena y su forma de contarlos, son de igual o mayor interés).

Visto el resultado de esta pequeña reforma, creo que la solución que aplicó el Sr. Vargas Aguirre consiguió dar, a este rincón salmantino, el aire “romántico-medieval” que hoy tiene. Soluciones sencillas a problemas pequeños... eran otros tiempos.

No será por esta pequeña columna por lo que se le recuerde en nuestra ciudad, pero tampoco lo es por los edificios señeros que su labor nos dejó. Ahora que andamos moviendo el Callejero podríamos acordarnos, por fin, del arquitecto que, junto a unos pocos más, introdujo en Salamanca la arquitectura de comienzos del siglo XX.






lunes, 3 de agosto de 2009

El gran olvidado

Hace unos meses escribí aquí sobre D. Pedro de Maldonado y Pimentel, jefe, junto a su primo D. Francisco Maldonado, de los Comuneros salmantinos. Lo llamaba “el gran olvidado” y a fe que lo sigue siendo.

Esta tarde me he acercado a la plazuela de San Benito, pues se representaba en ella una pequeña obra de teatro de calle sobre Doña Ana de Abarca, hija de los Doctores de la Reina Isabel y esposa de D. Francisco Maldonado. La escena se desarrolló a los pies de la fachada de la casa en que vivió D. Pedro Maldonado, justo al lado de la puerta que allí aparece cegada, con la huella de sus blasones picados. Pensé que dado el tema, el lugar habría sido escogido a propósito, pero estaba equivocado. Ni una sola referencia ni a D. Pedro ni a su casa. Produce cierta tristeza, por eso he querido volver a recordarle.