lunes, 10 de mayo de 2010

Poetas ilustrados en torno al Corrillo

Sordolodo, Ochavo, Neverías y la Lonja eran los nombres de tres calles y una plaza que a lo largo del siglo XIX pasaron a llamarse Meléndez, Quintana, Sánchez Barbero y Poeta Iglesias. Resulta llamativo y digno de agradecer que nuestra ciudad dedicara varias calles del centro al recuerdo de cuatro poetas ilustrados que marcaron las letras salmantinas y españolas en el Siglo de las Luces. La calle que se dedicó a Meléndez Valdés es conocida desde los primeros tiempos de la Repoblación de Raimundo de Borgoña. Prácticamente arrancaba en la Puerta del Sol (donde actualmente comienza la plaza de San Isidro) y llegaba, como hoy, hasta la plaza del Corrillo, que entonces pertenecía a la plaza de San Martín. Según Villar y Macías era una de las calles por las que discurría la Vía de la Plata a su paso por Salamanca. Su nombre antiguo fue Sordolodo, que, parece ser, es una derivación de Gordolodo que a su vez lo sería de Gordolobo (planta medicinal) y que derivaría del latín “cauda lupi”, es decir, rabo de lobo.

En el caso del poeta
José Quintana se le dedicó, en principio, una calle que se formó en el siglo XVI, al construir las Carnicerías Reales en la plaza de San Martín y que se llamaba del Ochavo. Ésta era paralela a la calle del Navío, pues ambas tenían su entrada por el Corrillo y la salida por Poeta Iglesias. A fines del XIX la manzana de casas que las separaba fue derribada y se abrió un debate a fin de decidir cual de los dos nombres llevaría la nueva calle. Hubo quien propuso una solución de consenso y a punto estuvo de llamarse “del Navío Quintana”. Por suerte alguien se dio cuenta del “estrambote” y el poeta no tuvo que ceder su nombre a un barco.




Al poeta y periodista Francisco Sánchez Barbero se le dedicó la paralela a Quintana, que hasta ese momento se había llamado de la Nevería. Lo más probable es que en ella existiera uno de los pozos en los que se conservaba durante el verano la nieve traída de la sierra.


Por último, al célebre poeta José Iglesias de la Casa se le dedicó una de las principales plazas de la ciudad, pues en ella estuvo el Ayuntamiento antes de hacerse la Plaza Mayor, después la Audiencia Provincial, más tarde la primera sede de la Diputación Provincial, también fue cárcel y hasta hace pocos años Gran Hotel. El nombre de plaza de la Lonja se debe a la que había delante del edificio que tantas utilidades le había proporcionado a la ciudad.











Como puede verse en no más de doscientos metros la ciudad guardó el recuerdo de uno de los acontecimientos culturales mas importantes de la historia de Salamanca, la llamada Escuela Poética Salmantina, a la que los cuatro poetas pertenecieron.