Puestos a celebrar, en estos días de abril, los sucesos que, dentro de doce años, hará 500 que sucedieron, me gustaría recordar al gran olvidado de la llamada “Guerra de las Comunidades”, D. Pedro Maldonado Pimentel, Señor de Babilafuente.
Si bien él capitaneó la rebelión desde el primer momento, su parentesco con el conde de Benavente (partidario y estrecho colaborador de Carlos V) le granjeó la desconfianza entre sus filas y fue su primo, Francisco Maldonado, el que asumió el mando de las tropas. Posteriormente, la capitanía fue compartida por ambos.
Tras la batalla de Villalar, fueron ajusticiados Padilla , Bravo y Francisco Maldonado. Sin embargo a Pedro se le conmutó la pena (de nuevo por ser sobrino del Conde de Benavente) por la prisión en el castillo de Simancas, aunque dieciséis meses después, fue ajusticiado en esta villa de forma pública y vergonzante.
Si en un primer momento su parentesco con la alta nobleza le privó de la confianza de la ciudadanía salmantina, en el final de sus días dicho parentesco le sustrajo de entrar en la Historia por la misma puerta por la que lo hicieron sus tres compañeros.
Hoy día el único vestigio que queda en la ciudad, de estos Maldonados, es la fachada de la casa que vemos en la foto, cuyo solar fue ocupado por el convento de la Madre de Dios situado en la plazuela de San Benito. Al ser confiscados todos los bienes de los comuneros que fueron “exceptuados” y, por lo tanto los suyos, en ella podemos observar la puerta cegada, y sobre las esbeltas dovelas de su dintel sus escudos nobiliarios picados.
Pienso que estaría bien el que cada 23 de Abril fuera en este lugar donde se llevara a cabo algún tipo de acto de homenaje al hombre que mas perdió entre todos los perdedores de aquella batalla perdida.