martes, 21 de abril de 2009

Los Comuneros II





    Si la historia no ha hecho justicia a Pedro Maldonado, tampoco a Francisco los salmantinos le  hemos tratado con mayor respeto. 

    En 1821 y coincidiendo con el tercer centenario de la Derrota de Villalar el 

Ayuntamiento de Salamanca decidió, en honor a Pedro Maldonado, picar  las dos figuras que había esculpidas en la cornisa de la que fue su casa  en la Plazuela de San Benito y que ( como vimos en el post anterior) hoy forma parte de la pared de las monjas de la Madre de Dios. La razón de este destrozo fue que las dichas figuras representaban dos cerdos y tales animales no parecían ser propios de un Comunero, olvidando que la cornisa isabelina que engalana la fachada fue mandada construir por él.

    En 1921 se quiso celebrar el cuarto cenenario, erigiendo un busto del Comunero salmantino que en Villalar fue ajusticiado. Para ello se hizo el encargo a un escultor almeriense llamado Juan Cristóbal González de Quesada, que había trabajado en el taller de Mariano Benlliure. 

      El problema, una vez más, fue la falta de dinero del Consistorio, a lo que se unió el no disponer, el escultor, de ninguna imagen del personaje. En vista  de ambas carencias, Juan Cristóbal ofreció al Ayuntamiento y éste lo aceptó, un busto ya realizado y que representaba a un médico de Córdoba, ciudad en la que por entonces vivía el artista.

      El 14 de Setiembre de 1921 fue inaugurado en la Plazuela de los Bandos, donde ha estado durante 85 años, con ese aire decimonónico  que, sin duda, tuvo el “médico cordobés” en vida.

      En el año 2006 fue trasladado a la Glorieta del Rollo. Se le colocó en un gran parterre rodeado de dos carriles de circulación que impiden sea visto adecuadamente, pues su pequeño tamaño requiere la cercanía que daría una plazuela para verlo.

      Parece que los centenarios no les favorecen y si el quinto es en el 2021 Pedro y Francisco deben estar, a estas alturas, temiéndose lo peor.