Después de haber visto los pocos restos que quedan del que fue Monasterio de San Francisco el Grande de Salamanca, quiero recordar, también, otros aspectos no tan visibles, pero que han influido considerablemente en nuestra ciudad.
Uno de estos sería su relación con la Universidad ya que junto con ella y el convento de los Dominicos forman la base sobre la que los Estudios Salmantinos asentarán su fama en toda la cristiandad.
Durante el siglo XIII sólo se fundaron en Salamanca dos conventos de varones(franciscanos y dominicos), pertenecientes ambos a Órdenes Mendicantes.
El final de la Europa rural de la Alta Edad Media y el comienzo del florecimiento de las ciudades en la Europa bajo medieval tendrá su parangón, en el ámbito religioso, en la crisis del monacato tradicional (y sobre todo del Cister) y el vigoroso desarrollo de las órdenes mendicantes.
Puede deberse, quizá, a que la característica más importante de estas órdenes sea su marcado carácter urbano. Al contrario que las órdenes monásticas, cuyos cenobios solían ser rurales, será en la ciudad, en pleno desarrollo en estos momentos, donde ubicarán sus conventos. El retiro del mundo de aquellos, no satisfacía las necesidades religiosas de los habitantes de las ciudades. Frente a esto los mendicantes ofrecen un nuevo tipo de religiosidad mas humanista, pensada por y para los fieles. Su función principal no será el trabajo manual ni la oración, sino la predicación. Para ello tuvieron que adquirir en las escuelas urbanas (en las de sus órdenes o en las universidades) una instrucción sólida y formada en los nuevos métodos de la escolástica.
Por esta razón, la relación con la Universidad salmantina se estableció desde un primer momento y, ya en 1243, Fernando III ordena crear un tribunal que resuelva en asuntos de escolares, y que en él estén, entre otros, el guardián de los Descalzos (franciscanos) y el prior de los Predicadores (dominicos). Desde ese año los Guardianes de los franciscanos fueron Jueces Conservadores de la Universidad.
Hacia 1277 se sabe que los Menores sustentaban estudios en sus conventos y ninguno se igualaba al de Salamanca en número de doctores y maestros. A partir de 1340, dichos estudios pasan a ser generales y desde 1381 el estudio franciscano queda, definitivamente, incorporado a la Universidad. En la creación que en 1416 se hizo de dos nuevas cátedras, éstas debían ser leídas en S. Esteban la de Santo Tomás y en S. Francisco la de Scoto. Franciscanos y dominicos detentarán la mayoría de las cátedras de la Universidad (durante cerca de medio siglo la Cátedra de Decretales fue ocupada por juristas franciscanos). Si los principales teólogos del siglo XIII, fueron dominicos, como Alberto Magno o Tomás de Aquino o franciscanos, como Buenaventura, Roger Bacon o Duns Scoto, también de ambas órdenes serán algunas de las más eminentes figuras del estudio salmantino, como Domingo de Soto, Francisco de Vitoria, Melchor Cano (O.P.), Vicente González, Vasco Bahamonde, Diego de Valencia (O.F.M.).
Solamente en los distintos períodos en que la observancia de la regla obligó a las órdenes mendicantes a abandonar sus cátedras en la Universidad, se debilitó el estrecho lazo que entre ésta y aquéllas existió, no llegando a romperse totalmente, pues se continuaron los estudios en el convento (así, en 1573, Felipe II pide información a la Universidad para saber si los franciscanos podrán concurrir a las cátedras). Este temporal abandono de las cátedras fue mucho más prolongado en el caso de los Descalzos que en el de los Dominicos. La contradicción entre la "imitatio Iesus" y la necesidad de obtener las rentas necesarias para mantener los estudios, se resolvió, las más de las veces, a favor de la pobreza. Creo que ésta es una de las causas por las que la impronta que la seráfica orden ha dejado en la historia de la ciudad y de su Estudio no se ha correspondido, con su verdadera magnitud.
Una anécdota puede ayudarnos a explicar la escasa huella dejada por los Descalzos, sobre todo si la comparamos con los Dominicos, cuyas historias son paralelas en tantos aspectos. A esta última orden pertenecen, curiosamente, sus protagonistas: Se cuenta que cuando en 1523 Melchor Cano ingresa en San Esteban, continúa sus estudios universitarios con el P. Diego de Astudillo, de quien decía Francisco de Vitoria: "El P. Astudillo sabe más que yo, pero no lo vende tan bien como yo". Podríamos decir que los períodos de observancia de la regla unidos a la idiosincrasia de la orden favorecerán su infravaloración. No creo que no supieran vender su saber, sino que más bien parece, que no lo hayan querido hacer. Si unimos a lo dicho, la destrucción del convento y su casi total desaparición tendremos las causas que, a mi de modo de ver, han llevado al olvido al más importante convento, junto con el de los Dominicos, de los que hubo en Salamanca entre los siglos XIII y XIX.