domingo, 26 de abril de 2009

Setenil, Gibraltar y otras batallas


















    Me envía Rosa, una increíble foto  del pueblo gaditano de Setenil y recuerdo que en Salamanca, durante varios siglos, fue el nombre de una calle en lo que hoy es la parte baja del Patio Chico; celebraba la victoria castellana en el asedio del castillo de este curioso pueblo en 1484. 

     Justo donde acababa esta calle empezaba la calle de Gibraltar que, a su vez, recordaba la toma de este peñón (también gaditano) por Fernando IV en 1309.

     Ambas calles justificaban su existencia en Salamanca porque, en las dos conquistas, las milicias salmantinas habían intervenido con celebrado empeño.

     En la actualidad esta zona sigue marcada por las batallas aunque las últimas se hayan mantenido en los márgenes de la manipulación.  La única victoria conseguida ha  sido rebautizar una calle con el horroroso nombre del Expolio, “expoliando”, a su vez, la historia y la memoria de la Salamanca que recordaba sus hazañas y no la del provincialismo de cortas miras.

sábado, 25 de abril de 2009

Una estela funeraria




















    















   

        



 Va para dos años que la casa de la calle Placentinos, que se ve en la foto, está en este lamentable estado. Pero, como no hay mal que por bien no venga, hete aquí que ha quedado al descubierto una estela funeraria de época romana. Este tipo de estelas con ojos de puente y una inscripción en la parte alta, es típica de los enterramientos en la cultura vettona de los primeros siglos de nuestra era, pues es bajo el imperio romano cuando los castros vettones alcanzaron su mayor desarrollo. 

       Se sabe por diversas excavaciones que uno de los primeros castros de nuestra ciudad estuvo en el llamado "Cerro de los Caídos"  (donde hoy está la facultad de Ciencias) y, sin duda, es de alguna necrópolis de esta zona de donde fue extraída esta estela para pasar a formar parte de la pobre sillería que se muestra debajo del enlucido. La casa en la que ahora está, no parece tener mas de cien años, por lo que lo mas probable es que esta estela haya pasado por alguna que otra construcción anterior. Muchas son las piedras funerarias  utilizadas como sillares en casas de pueblos próximos a los castros vettones de nuestra provincia, pero nunca había visto ninguna en la capital salvo las que podemos ver en el lienzo de muralla  próximo a la Casa Lis o las que hay en otro muro de la calle Rabanal (próxima a Placentinos). 

jueves, 23 de abril de 2009

Los Comuneros III





     Sí,como hemos visto, la relación de Salamanca con los dos Maldonados comuneros ha sido bastante extraña, más me lo parece aún, el trato dado a los tres capitanes de la rebelión que decapitaron en Villalar. Se  les dedicaron tres calles y la elección fue curiosa: tres comuneros, tres callejones, eso si, muy céntricos. 

        En la relación de calles y plazas que, en 1884, hizo Fernando Araujo en “La Reina del Tormes” vemos lo siguiente:

   A Juan Bravo se le adjudicó el callejón que une la calle de Zamora con la plazuela de San Marcos.

   A Francisco Maldonado, un callejón sin salida, también de la calle de Zamora, donde hoy se encuentra el Ateneo Salmantino.

   A Juan Padilla otro callejón sin salida al que se entraba por la misma calle de Zamora pero del que no da datos concretos. A falta de otro en la zona, pienso que puede tratarse del que aparece en la segunda foto.

     Tanto el de Bravo como el de Maldonado  han mantenido su nombre hasta hace pocos años. 

      Hoy día, el primero se llama “Callejón de San Marcos” y el segundo “Callejón de la calle Zamora”. Por su parte a Juan Padilla se le adjudicó, ya hace años, otra pequeñita calle entre el Paseo de Canalejas y la calle San Francisco Javier. 

      Juan Bravo se ha quedado sin calle y Francisco Maldonado se ha trasladado a una amplia calle en la zona de Lasalle.


      Es el signo de los tiempos: cambiamos el estar céntricos por más metros en el extrarradio. 








 

martes, 21 de abril de 2009

Los Comuneros II





    Si la historia no ha hecho justicia a Pedro Maldonado, tampoco a Francisco los salmantinos le  hemos tratado con mayor respeto. 

    En 1821 y coincidiendo con el tercer centenario de la Derrota de Villalar el 

Ayuntamiento de Salamanca decidió, en honor a Pedro Maldonado, picar  las dos figuras que había esculpidas en la cornisa de la que fue su casa  en la Plazuela de San Benito y que ( como vimos en el post anterior) hoy forma parte de la pared de las monjas de la Madre de Dios. La razón de este destrozo fue que las dichas figuras representaban dos cerdos y tales animales no parecían ser propios de un Comunero, olvidando que la cornisa isabelina que engalana la fachada fue mandada construir por él.

    En 1921 se quiso celebrar el cuarto cenenario, erigiendo un busto del Comunero salmantino que en Villalar fue ajusticiado. Para ello se hizo el encargo a un escultor almeriense llamado Juan Cristóbal González de Quesada, que había trabajado en el taller de Mariano Benlliure. 

      El problema, una vez más, fue la falta de dinero del Consistorio, a lo que se unió el no disponer, el escultor, de ninguna imagen del personaje. En vista  de ambas carencias, Juan Cristóbal ofreció al Ayuntamiento y éste lo aceptó, un busto ya realizado y que representaba a un médico de Córdoba, ciudad en la que por entonces vivía el artista.

      El 14 de Setiembre de 1921 fue inaugurado en la Plazuela de los Bandos, donde ha estado durante 85 años, con ese aire decimonónico  que, sin duda, tuvo el “médico cordobés” en vida.

      En el año 2006 fue trasladado a la Glorieta del Rollo. Se le colocó en un gran parterre rodeado de dos carriles de circulación que impiden sea visto adecuadamente, pues su pequeño tamaño requiere la cercanía que daría una plazuela para verlo.

      Parece que los centenarios no les favorecen y si el quinto es en el 2021 Pedro y Francisco deben estar, a estas alturas, temiéndose lo peor.      


 

 

domingo, 19 de abril de 2009

Los Comuneros I


Puestos a celebrar, en estos días de abril, los sucesos que, dentro de doce años, hará 500 que sucedieron, me gustaría recordar al gran olvidado de la llamada “Guerra de las Comunidades”, D. Pedro Maldonado Pimentel, Señor de Babilafuente. 

  Si bien él capitaneó la rebelión desde el primer momento, su parentesco con el conde de Benavente (partidario y estrecho colaborador de Carlos V) le granjeó la desconfianza entre sus filas y fue su primo, Francisco Maldonado, el que asumió el mando de las tropas. Posteriormente, la capitanía fue compartida por ambos. 

   Tras la batalla de Villalar, fueron ajusticiados Padilla , Bravo y Francisco Maldonado. Sin embargo a Pedro se le conmutó la pena (de nuevo  por ser sobrino del Conde de Benavente) por la prisión en el castillo de Simancas, aunque dieciséis meses después, fue ajusticiado en esta villa de forma pública y vergonzante.

   Si en un primer momento su parentesco con la alta nobleza le privó de la confianza de la ciudadanía salmantina, en el final de sus días dicho parentesco le sustrajo de entrar en la Historia por la misma puerta por la que lo hicieron sus tres compañeros.

   Hoy día el único vestigio que queda en la ciudad, de estos Maldonados, es la fachada de la casa que vemos en la foto, cuyo solar fue ocupado por el convento de la Madre de Dios situado en la plazuela de San Benito.  Al ser confiscados todos los bienes de los comuneros que fueron “exceptuados” y, por lo tanto los suyos, en ella podemos observar la puerta cegada, y sobre las esbeltas dovelas de su dintel sus escudos nobiliarios picados.  

   Pienso que estaría bien el que cada 23 de Abril fuera en este lugar donde se llevara a cabo algún tipo de acto de homenaje al hombre  que mas perdió entre todos los perdedores de aquella batalla perdida.


sábado, 18 de abril de 2009

El lunes de Aguas




     Todos los caminos conducen a Google. Así que he tecleado “lunes de aguas” y las seis primeras páginas, incluyendo la Wikipedia, coinciden en explicar cómo las putas que vivían en la Casa de Mancebía eran expulsadas de la ciudad el Miércoles de Ceniza y no podían volver a Salamanca hasta este día en que eran recibidas por los estudiantes y vecinos. 

     Debe ser cierto cuando todo el mundo está de acuerdo, pero hay algo que no encaja: resulta que se sabe que la Casa de Mancebía estaba ubicada al otro lado del río, bajo el Teso de la Feria y a poca distancia de la parroquia de la Trinidad. No es fácil, ni siquiera necesario, expulsar de la ciudad a gente que vive fuera de ella. Lo que si parece posible es que el Lunes de Cuasimodo, cumpliendo con la tradición, estas mujeres acudieran a la ciudad para comulgar, siendo ese día en el que el vecindario salía a esperarlas en las orillas del Tormes .

    Sea de una u otra forma, la historia nada pierde, pero prefiero las que encajan mejor con la información que tenemos. A fin de cuentas, como diría “el Gatopardo” es bueno que algo cambie para que todo siga igual.


P.D.:     El Lunes de Cuasimodo (derivación de las primeras palabras del introito "Quasi modo géniti infantes...") es el segundo lunes después del domingo de resurrección y fue establecido por el Concilio de Trento para que, al menos una vez al año, todos los cristianos comulgaran. En algunos países se celebra el Domingo de Cuasimodo en vez de el lunes.