lunes, 1 de noviembre de 2010

Las piedras emigrantes


Entre los muchos papeles y recortes de prensa que, con los años, voy acumulando, encontré el que reproduzco encima de estas líneas. El autor es D. Enrique de Sena y , por tanto, el recorte pertenece a El Adelanto. Lo que no sé es la fecha del periódico, pero calculo que será de los 90. Empieza diciendo que lo que hizo el maestro de obras no sabe si elogiarlo o usarlo como advertencia de lo que no debe hacerse. No es fácil saberlo, ni antes ni ahora, y con su artículo deja perfectamente explicado lo difícil que es sentar cátedra en estos temas. Comparto su idea de mantener las piedras en su sitio, pero si cuando fui el otro día a la calle Méjico buscando la casa de la que nos habla, hubiera existido todavía, me hubiera dado un alegrón (cada uno se divierte con sus tonterías) y no dudo de que muchos de los que leen estas cosillas, se hubieran acercado hasta allí para verla. Es más, si siguieran allí, todavía podrían ser recuperadas. No parece bueno "de suyo" el traslado, pero con el paso del tiempo esos restos trasladados valen más que si no existen.
La fotografía que vemos debajo pertenece al edificio que se construyó cuando tiraron aquella. Sin ser tan "salmantina" como la anterior, no deja de tener su gracia y el mirador circular le daba una singularidad suficiente para que el último Plan General de Ordenación Urbana la catalogara e impidiera expresamente que fuera derribada la fachada. Cuando se empezó la obra de reforma y rehabilitación, se vació por dentro y muchas de las piedras de su fachada fueron numeradas para posteriormente volverlas a su lugar. Tiempo después la fachada fue derruida y en su lugar se construyó una idéntica a la que había, pero con unos (se supone) mejores materiales. Y de nuevo surgen las dudas, en cumplimiento estricto de la ley no debería tirarse la fachada, pero viendo la mala calidad de sus materiales y su pésimo estado de conservación, no hay duda de que el nuevo edificio ha ganado en calidad y ha mantenido su estética. Si acaso, lo que cabría preguntarse es si se considera normal que para construir una casa en el casco de la ciudad haya que hacer una copia exacta de la que antes había. Produciría una triste sensación de que el tiempo se ha parado.






















Clikando en el recorte se puede leer el articulo de D. Enrique de Sena.