La Facultad de Matemáticas ocupa en la actualidad el que fue convento de la Vera Cruz de Frailes Mercedarios, que, a su vez, se construyó sobre la que fue la Sinagoga Nueva o la Sinagoga Menor (según autores).
Como vimos aquí, en apenas unos doscientos metros, se hallaban las tres sinagogas que tenía la ciudad. Además de ellas, detrás de San Millán estaba “la alberguería de los judíos” y, próxima también, “la carnicería de los judíos”. Extramuros, en el Arrabal del Puente, se hallaba “el fosario de los judíos”.
Sabemos los oficios que desempeñaban, tales como colchero, baldresero (curtidor de pieles finas), carnicero y, sobre todo, pergamineros. Mª. García Casar cree que esto último se debe al auge de la Universidad, con la consiguiente necesidad de material para el estudio.
También cultivaban viñedos y vendían vino. Hay noticias de bastantes casas con bodega en toda esta zona.
Por último, señalar que el “Fuero de Salamanca” concedía a los judíos los mismos derechos, deberes y privilegios que a los cristianos viejos.
Todo ello muestra que la judería salmantina gozó de una gran vitalidad desde las primeras noticias que se tienen de ella (principios del s. XII), hasta las predicaciones de S. Vicente Ferrer en 1412. Además, la existencia de la figura jurídica del Rabino le confería la cualidad de ser Aljama.
Quinientos años después de que acabara su existencia en Salamanca, de la judería sólo queda esta placa que, cuenta Gil González, él vio sobre la puerta de entrada a la Sinagoga Nueva, que era usada como refectorio del convento. Y nos queda, también, la huella urbana.